Sábado, 18 de agosto de 2012
Situado en la frontera de Brasil y Colombia, el Pelotón Especial de Fronteras de San Joaquín es la base militar más remota de la Amazonía brasileña. Una cerca y una pista de aterrizaje de 1.200 metros rara vez utilizada separa las trincheras y las viviendas de los soldados de una aldea de indígenas de la etnia Kuripaco.
Gran parte de los 100 soldados que trabajan en el pelotón es de origen indígena. Son un ejemplo de una tendencia adoptada por el ejército de Brasil: contratar a los indígenas para defender y patrullar la selva amazónica.
A pesar de la existencia de una pista de aterrizaje en la localidad, los vuelos de la Fuerza Aérea para suministrar alimentos y equipo no son frecuentes. A veces, pasa más de un mes sin aterrice algún vuelo.
Esto significa que cuando el clima inestable de la región no permite el aterrizaje de la aeronave, los militares que viven en la base se quedan sin comida. Una solución es hacer el viaje de cuatro días por el río.
Pero lo más común es el uso de un sistema de intercambio de combustible por alimentos con los cerca de 8.000 indígenas de los 46 pueblos Kuripaco y Baniwa ubicados a lo largo del río Içana.
En el momento de las negociaciones, la presencia de los indígenas es esencial.
"A veces la comunidad ayuda con el transporte de materiales. A veces intercambian cosas con el pelotón, como pescado y harina (mandioca), por la gasolina para el generador y los motores fuera de borda", explica el soldado Edgar Alves Cardoso, de 24 años, militar de la etnia Pira-tapuya que trabaja en el pelotón y vive con su esposa, una indígena Kuripaco del pueblo al lado de la base.
Según él, a lo largo del alto río Negro, cada pueblo habla un dialecto diferente, de acuerdo al origen étnico de sus habitantes. Sin embargo, la mayía de las poblaciones en la ribera del río hablan "Tukano", que actúa como lengua común. Los soldados indígenas sirven como traductores y negociadores para los oficiales del ejército.
Habilidades
Pero no solo la facilidad para manejar los dialectos hace a estos indígenas un valor agregado para el ejército.
A pesar de la existencia de una pista de aterrizaje en la localidad, los vuelos de la Fuerza Aérea para suministrar alimentos y equipo no son frecuentes. A veces, pasa más de un mes sin aterrice algún vuelo.
Esto significa que cuando el clima inestable de la región no permite el aterrizaje de la aeronave, los militares que viven en la base se quedan sin comida. Una solución es hacer el viaje de cuatro días por el río.
Pero lo más común es el uso de un sistema de intercambio de combustible por alimentos con los cerca de 8.000 indígenas de los 46 pueblos Kuripaco y Baniwa ubicados a lo largo del río Içana.
En el momento de las negociaciones, la presencia de los indígenas es esencial.
"A veces la comunidad ayuda con el transporte de materiales. A veces intercambian cosas con el pelotón, como pescado y harina (mandioca), por la gasolina para el generador y los motores fuera de borda", explica el soldado Edgar Alves Cardoso, de 24 años, militar de la etnia Pira-tapuya que trabaja en el pelotón y vive con su esposa, una indígena Kuripaco del pueblo al lado de la base.
Según él, a lo largo del alto río Negro, cada pueblo habla un dialecto diferente, de acuerdo al origen étnico de sus habitantes. Sin embargo, la mayía de las poblaciones en la ribera del río hablan "Tukano", que actúa como lengua común. Los soldados indígenas sirven como traductores y negociadores para los oficiales del ejército.
Habilidades
Pero no solo la facilidad para manejar los dialectos hace a estos indígenas un valor agregado para el ejército
"Al soldado de origen indígena se le facilita realizar tareas relacionadas con la vida y el combate en el interior de la selva al estar plenamente integrado a ese entorno", asegura el general Luiz Sérgio Goulart Duarte, comandante de la 2ª Brigada de Infantería de la Selva.
"Ellos son grandes exploradores y guías, tienen bastante experiencia en pilotear las embarcaciones, lo cual es esencial para navegar por el alto río Negro donde hay muchos rápidos y bancos de arena", le dijo el general a la BBC.
"Los indios conocen los lugares para pasar la lancha en las cascadas. Saben dónde están las comunidades (indígenas), cuántas personas viven allí, sus creencias. Tienen conocimiento de las plantas medicinales y pueden dar soporte a cualquier tipo de lesión que ocurre en las misiones", agrega el soldado Cardoso.
Las técnicas indígenas de supervivencia y combate en la selva -heredadas las comunidades indígenas de la Amazonía y que van desde la búsqueda de alimentos hasta las técnicas de campismo, la natación y la ubicación- no sólo se utilizan en el día a día de las bases militares a lo largo de la frontera. También fueron incorporadas por el ejército y hoy son enseñadas en los cursos del CIGS (Centro de Instrucción de Guerra de la Selva).
La unidad, con sede en Manaos, forma a la élite militar del ejército y se convirtió en un referente internacional en técnicas de combate en entornos de selva.
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